jueves, 4 de febrero de 2016

Bas

Bas (lo de abajo...) 
01.02.2016
La sociedad de consumo abunda de deshechos. La sociedad capitalista es un gigantesco arsenal de mercancías. Mercancías vivas y mercancías muertas. 40% de la comida que se compra, se bota en USA. No será ciertamente el caso de las sociedades no opulentas, pero la basura es una marca del nivel de consumo.
Un principio que me parece general y que como lo dije ayer, en mi primera reunión, tiene que ver con la intuición. Apunto que la basura, en tanto deshecho, no tiene al contrario de lo que han postulado los promotores de un traspaso del problema a la esfera individual (siguiendo la lógica del mercado), un interés de “retratamiento”, al menos no en las condiciones en que nos relacionamos en la actualidad con ella. El “reciclaje”, no activa los intereses que la propaganda nos ha hecho imaginar y la gente no concibe como una cuestión “natural” ocuparse de nuevo, de lo que son sus desechos.
Habría que transformar la basura en una nueva cosa y eso no se puede hacer de manera individual y desde luego no en las condiciones actuales en las que nos relacionamos con ella. Simbólicamente, los deshechos deben asociarse con la muerte: nadie trata a sus muertos de manera individual: el ser humano recupera su ser social cuando pierde la ilusión de la vida. De la misma manera, el tratamiento de los deshechos es tan ajeno a cada uno de nosotros, “naturalmente”, como lo es el excremento: es precisamente lo que se expulsa porque no lo queremos, porque no lo aprovechamos. La relación de la basura con la marca que le ha impuesto la sociedad de clases, en que se asocia con la pobreza, es otro punto que va en la misma dimensión que señalo. Más aún, consideremos que en la sociedad de castas de la India, por ejemplo, a las tres castas tradicionales de los detentores del saber (Brahman), del poder (Ksatriya) y de los productores (Vaisya), se agregan los “intocables” (Sudra), los que recogen la basura…
De tal manera, se perfila la atención sobre un problema complejo, que no será resuelto de acuerdo a la lógica con que se ha enfocado de manera tradicional en nuestro medio, copiando los comportamientos de poblaciones culturalmente conscientes y con tradiciones de vida comunitaria y participación en tomar nuestras cosas en mano, como son los anglo sajones. Agreguemos que la sociedad nuestra, estructuralmente fragmentada, y exitista, asocia la basura (como en las castas de la India) con la pobreza, es decir, con lo que nadie quiere… Excluyo, de esta reflexión, por cierto el porcentaje menor de quienes son conscientes, por motivos más o menos espirituales, -más que políticos- y que si quieren tomar acciones en sus manos. Las causas y sus consecuencias, así como las conductas esperables y la manera en que ellas determinen los resultados obtenidos, entonces, son múltiples y profundas: históricas, antropológicas, sociológicas… lo que me hacen creer que ninguna evaluación, arrojará resultados como se esperaría, a no ser que se manipulen los instrumentos para obtener lo que queremos: ver por ejemplo, que las encuestas sobre las opiniones de la gente, que gatillan el ejercicio que nos convoca, –en rigor y sin considerar los antecedentes de psicología profunda que esbozo-, dan una suerte de empate técnico, con 50 y 50 (+ - 10…), lo que más que indicar una división de opiniones, indica una población que no la tiene… Haremos una evaluación de lo que se ha hecho, y está bien, pero los resultados tendrán el sesgo que señalo: se ha operado sobre la base de una cuantificación que a ese nivel no opera.
Desde la perspectiva de la continuidad del proceso, planteo la hipótesis tecnológica: hay que buscar un sistema eficiente de reducción de la basura a nivel de las comunidades del edificio. Una tecnología importante y suficientemente desarrollada, que impacte a la gente y que permita la participación ciudadana sobre la base de un salto real y no, con el “premio” de un “sello verde”… Por otra parte, ello permitiría implementar toda una serie de mecanismos y herramientas asociados a la generación de conciencia y conocimiento específico de las herramientas de tratamiento que pretendiéramos implementar.
En efecto, en términos del análisis simbólico, no podría escapársenos que el fenómeno del Cambio Climático que nos envuelve y nos atrapa, al tiempo que nos convoca (es realmente un asunto de Campo…), es también uno de los efectos del “deshecho” y que lo que nos afecta, son finalmente sus efectos en los diferentes ámbitos de nuestras vidas. En efecto, las Emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI), no sólo aparecen como el contexto general de ésta problemática y como una de sus eventuales soluciones, al nivel que lo consideramos (ya volveremos sobre ello), sino que tienen una relación intrínseca, “homeopática” (como diría George Frazer, en la Rama Dorada) con la basura que generamos, nosotros, los mismos humanos. El tratamiento simultáneo y paralelo, de estas dos dimensiones, bien que nos llame a la relación como un medio para resolver la problemática que enfrentamos, tiene un centro de conexión común, que hace que el espíritu humano que nos convoca, encuentre fácil su asimilación, y los elementos que pondremos a su servicio.
Establecidas estas dos dimensiones del problema (uno: que las personas no quieren volver sobre su basura y dos: que basura y GEI, comparten ambos el ser desechos), veamos cuales son los elementos con que contamos para avanzar en las posibles vías de solucionar los problemas que enfrentamos.
Desde luego, nuestra época se caracteriza por manifestar a nivel local, lo que son asuntos de naturaleza internacional y así, es también parte de nuestra necesidad, el alimentar tanto nuestras reflexiones, como la búsqueda de las soluciones que eventualmente nos permitirían resolver los problemas que se nos plantean, haciendo uso extenso de las reflexiones y elementos que la investigación y la comunidad científica y empresarial contemporánea internacional nos pone al alcance. Es así que junto a inscribir el tema en la perspectiva simbólica del Cambio Climático, nos debemos a explorar, por una parte, las variables y formas concretas en que los distintos países están afrontando el problema de la basura y su tratamiento, tanto para lograr una adecuada comprensión, como por las posibilidades que el desarrollo de los distintos instrumentos y nuevos enfoques de la comunidad internacional, nos ponen al alcance. Consideremos de manera concreta pues, y esbocemos un análisis del reciente Acuerdo de Paris y conectémoslo con el Plan de Adaptación que nosotros mismos hemos generado en nuestro país. Ambos tienen como uno de sus núcleos centrales, los resultados del AR5 del IPCC, del año pasado.
Avancemos por el momento, que el acuerdo indica una clara orientación, más que un compromiso vinculante, de todos los países, -es decir del giro del planeta: es como un mapa del tesoro…-, a cambiar las formas generadoras de energía desde la explotación de los Hidrocarburos Fósiles (HCF), a las Energías Renovables No Convencionales (ERNC), sobre la base del reconocimiento científico. Esto implica varias cuestiones de las que subrayo las más importantes: en primer lugar, el reconocimiento (tardío, insuficiente, melifluo y poco decidido, pero al mismo tiempo claro y absoluto), que el calentamiento de la tierra es un proceso desencadenado por las formas productivas y de consumo que ha generado el capitalismo y que es necesario cambiar –si no en su esencia: que es una respuesta, hasta aquí minoritaria pero que no obstante, irá probablemente creciendo: sistémica, buscando sus causas, más que modificando sus manifestaciones-, en sus formas de generación de energía y ello a través de la búsqueda innovativa de soluciones que utilicen las herramientas quede que disponemos, tanto como de aquellas que aún desconocemos, tanto porque existen y no se han socializado, como porque no han sido aún inventadas.
Así, tenemos una tercera consecuencia dela COP21 (reconocimiento de las causas, acento en las dimensiones éticas o espirituales y) búsqueda acendrada de innovación en todas las áreas. Esta última esfera, reviste una importancia particular, por cuanto, está dotada de financiamiento.
Lo recién establecido, parece ya claro, desde las etapas previas de redacción del AR5 del IPCC (2014), que plantean una atención particular a la incorporación de las nuevas tecnologías en la solución y respuestas eventuales. Esto mismo ya ha sido –a los pocos días del fin de la COP21-, planteado de manera específica por V.Putin y está implícito en la reducción del Art 10 del APA (Desarrollo y Transferencia Tecnológica), que llama a fortalecer las acciones cooperativas sobre desarrollo tecnológico y transferencia de tecnología. Es digno de notar que se ha creado un “Mecanismo de tecnología” bajo la convención, para cumplir con éste acuerdo y que se ha establecido un “Marco Tecnológico”, sobre la base de una “visión de largo plazo” que permita realizar plenamente las tareas propuestas.
No cabe duda que parte importante de la complejidad que implica la sociedad de la información (no resulta evidente que hayamos tenido éxito en transitar desde ella al paso superior que se había planteado como la Sociedad del Conocimiento…), consiste y ello es particularmente así desde el aparato del Estado, en hacer coincidir diferentes ámbitos de atención de esa política pública y así generar la sinergia de la convergencia en el ámbito de los distintos instrumentos disponibles.
 Una mirada que trascienda las limitaciones de una realidad fragmentada epistemológicamente y en la objetivación de las instituciones sectoriales que la reproducen en la política pública, en aras de una visión sistémica, debe asimismo contemplar una coordinación efectiva y programática con dimensiones intrínsecamente vinculadas, como salud, economía, educación, MA, etc. Y esto debe ser parte de un plan operativo desde el principio.
Visitemos éste sitio… e iniciemos la operación de un capítulo por Cybercultura…

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